domingo, 25 de noviembre de 2012

UN JUGUETE, UN TRABAJO, UNA VIDA


“Viviendo el sueño”. Podría ser el eslogan de un buen anuncio publicitario, pero se trata de la filosofía de vida de Ron Fuller, un artista fabricante de juguetes “a la vieja usanza” que le apasiona su trabajo casi tanto como los niños se divierten con sus curiosas y vanguardistas creaciones. En apenas dos minutos, el director Richard Fuller resume su labor en un microdocumental lleno de nostalgia por los antiguos sistemas de producción juguetera que prácticamente ya están extintos. Su obra podéis encontrarla en Vimeo.

FICHA TÉCNICA

Título: The Toy Maker
Director/Productor/Editor: Richard Hunter
Año: 2012
Duración: 00:02:20
Sinopsis: Ron Fuller lleva fabricando juguetes, modelos y autómatas desde hace más de 50 años. Sus juguetes se sitúan entre los pequeños juguetes mecánicos alemanes de cambio de siglo y las novedades extravagantes como los relojes-pecho y los loros parlantes.




El fabricante de juguetes, (que es la traducción del título del documental) es una mirada que se inspira en la vida y creaciones de Ron Fuller, un diseñador y fabricante de juguetes británico que lleva trabajando más de 50 años en lo que más le apasiona. Con unas manos delicadas y una afinidad por las novedades y baratijas extrañas, Ron parece un viejo capitán de mar que nunca ha salido de la guardería cuyo trabajo es muy solicitado y ha sido exhibido y vendido en tiendas especializadas de todo el mundo.
Este micro documental ilustra un arte moribundo con un enfoque muy nostálgico donde se muestran los detalles de las artesanías y las piezas mecánicas de Fuller y se combina perfectamente tanto el proceso como la persona protagonista, una hazaña que depende de una estética que no ha sido forzada y un sentido intuitivo de la narración, características que Hunter parece tener en abundancia.

Richard Hunter es un director y editor independiente que lleva su pasión tanto a la imagen como al movimiento y los aplica a su amor por la narración de historias, imágenes y originalidad.
Hunter empezó a trabajar en Londres para una publicación musical donde tuvo la oportunidad de trabajar con artistas como Justice, Little Boots y Hot Chip y, tras esta etapa de su vida, empezó a realizar una mezcla ecléctica de videoclips que van desde “Good Shoes”, el vídeo que desafía la gravedad, hasta “Mazes”, donde dio un buen uso a la mini-cámara.
Si nos centramos en el fondo documental de Richard Hunter, encontramos que intenta capturar lo mejor de cualquier situación y que toca diversos temas sin aparente relación entre ellos: Rodó varios microdocs entre los que se encontraban algunos sobre los patinadores y, después, desarrolló su pasión por la historia. Eso, combinado con su deseo de aprender cosas nuevas constantemente y aplicarlas a su trabajo, es lo que realmente le impulsa a permanecer creativo.




“The Toy Maker” es un documental actual (fue rodado a principios de 2012) y mantiene la temática que está tan de moda entre los documentales que giran alrededor de una persona consistente en reflejar hábitos de vida distintos, trabajos, personas, culturas, filosofías de vida y formas de vivir a las que estamos acostumbrados.
Es imposible desligar “The Toy Maker” del parecido en su estética a la película de Disney “Pinocho” (1940), en concreto, a las escenas que se desarrollan dentro del taller del personaje de Geppetto, donde se observan multitud de artilugios artesanales, del mismo estilo que los que desarrolla Ron Fuller. Esta estética se ha recuperado este año en películas como “La invención de Hugo”, de Martin Scorsese, que recibió el Oscar a la Dirección de Fotografía, Efectos Especiales, Montaje de Sonido, Sonido y Dirección Artística.
Además, retratar a los artistas es un tema que hemos podido contemplar en las salas de cine este año, por ejemplo, de la mano de Fernando Trueba y su drama “El artista y la modelo” cuyo protagonista no es un fabricante de juguetes, sino un escultor; o gracias al documental “El Bulli: Cooking in progress” donde se muestra el laborioso proceso de creación de la obra de otro artista, en este caso gastronómico: Ferran Adriá.




Desde un punto de vista formal, la estructura narrativa es sencilla y eficaz para resumir en dos minutos la tarea del protagonista, su forma de trabajar y algunas de sus creaciones más innovadoras.
Aún así, el documental atrapa al espectador desde el primer momento con un fondo negro y, sobreimpreso, el texto “I made these breasts” (“Yo hice estos pechos”), que pone sobre la mesa un tema totalmente distinto al que esperamos encontrar y que, segundos más tarde, acaba siendo relacionado con el juguetero. De esta manera, se presenta al protagonista a través de sus palabras y explicaciones sobre los artilugios que fabrica.

En cuanto a la realización cabe mencionar una serie de características del microdoc:
-Abundan y son mayoritarios los planos cortos del protagonista, así como los primeros planos y, especialmente, los planos detalle, que tienen un gran sentido cuando se trata de mostrar de cerca algunas de las pequeñas piezas de maderas desarrolladas por Ron Fuller.
-Cae destacar el uso constante de la profundidad de campo de forma acusada y extrema en muchas ocasiones, hasta el punto de no distinguir las formas que se ocultan en los fondos desenfocados. Con esto se pretende centrar al 100% la atención en el sujeto entrevistado, aunque personalmente opino que puede dar lugar a una mayor distracción que si el director hubiese recurrido a un desenfoque más suave y disimulado.

La música que recuerda a épocas pasadas y es característica de películas románticas de un Hollywood que todavía no conocía los efectos especiales únicamente tiene verdadero protagonismo al final, cuando cierra el documental. Por lo demás, se utiliza de vez en cuando entre los comentarios del artista y, de hecho, en muchas ocasiones ni siquiera es empleada como fondo sonoro.

El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta


Laura Juan

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