Nuestra primera
experiencia de rodaje como Filmattack no tuvo desperdicio, aunque podemos
adelantar que nada salió como
esperábamos.
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Actriz principal |
El mayor problema que encontramos a la hora de grabar fue la meteorología, algo que también
sufrieron las actrices, que han acabado con gripe debido a que el vestuario del
rodaje no coincidía con la estación del año.
Además, y como ya os relatamos en otro post, la escena más larga y complicada
del cortometraje debería haberse grabado en un bosque, pero el tiempo no nos
dio tregua. Como un poco de agua hubiera supuesto paralizar el rodaje en exteriores,
todo lo grabado hasta entonces no habría tenido sentido alguno, así que tuvimos
que hacer lo que queríamos evitar a toda costa: buscar una localización alternativa (en este caso, con el requisito
esencial de no estar al aire libre) y ajustar todo el guión a las posibilidades
que ofrecía el nuevo emplazamiento, un aparcamiento
cubierto, con la consecuente influencia en la narración de la
historia.
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Actriz |
El alcance de
este contratiempo va mucho más allá del evidente grado de improvisación y
trabajo sin recompensar. Basta con recordar que, en el momento de la grabación,
únicamente disponíamos de los recursos técnicos y humanos que
hasta entonces habíamos considerado necesarios. Los recursos humanos son
fáciles de gestionar y, en este sentido, cuanto más grande sea la productora
mejor: No es difícil suplir a un actor en un momento determinado, ya sea con un
amigo, un familiar o, incluso, uno de los miembros de la productora. Sin
embargo, conseguir un determinado elemento técnico es mucho más complicado,
sobre todo si el material no es propiedad de la productora, sino que ha sido
alquilado o se usa en calidad de préstamo, como fue nuestro caso. Así, ante un
cambio de circunstancias podemos encontrarnos con un excedente de material o
con escasez del mismo. Centrándonos en nuestra experiencia durante la
grabación del proyecto, para el rodaje en el bosque teníamos preparado el
reflector y el micrófono de cañón y, sin embargo, ambos elementos nos fueron
inútiles en el aparcamiento, donde habría sido mucho más útil una dolly y un
equipo completo de iluminación.
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Alegría del equipo al acabar la grabación |
La sensación
final: no sólo hemos perdido planos preciosos en plena naturaleza y buenos contrastes entre escenas, sino que todo
el trabajo realizado a lo largo de un mes no ha servido para mucho. Sin
embargo, hemos ganado en atmósfera
tenebrosa para nuestro corto
e, incluso, hemos conseguido darle mayor sentido argumental a las escenas. Esto
no significa que la lluvia nos haya hecho un favor, pero la alternativa
propuesta no ha sido el gran
desastre que pensábamos que
sería y, pese a todas las dificultades, reaccionamos a tiempo para
adaptarnos lo mejor que pudimos a la situación.
Sin embargo, aquí no
acabaron nuestros quebraderos de cabeza. Las palabras "propiedad privada"
supusieron una auténtica pesadilla a la hora de rodar. Al llegar a la primera
localización nos dimos cuenta de que aunque no enfocáramos al edificio elegido
en sí, había cámaras de
seguridad en el exterior y
carteles que informaban de que los terrenos eran propiedad particular. Afortunadamente,
fuimos lo bastante sensatas como para evitar los posibles problemas que
acarrearía grabar sin permiso
previo. Recogimos el equipo y
nos dirigimos hacia otro de los posibles emplazamientos, pero la suerte seguía
sin estar a nuestro favor: empezó a diluviar, por lo que tuvimos que movernos una tercera
vez hasta nuestra
localización definitiva, el anteriormente mencionado parking cubierto del
campus de la Universidad del País Vasco, en Leioa (Vizcaya).
Para rematar el día,
durante la grabación nos encontramos con tres agentes
de seguridad del campus que,
además de intentar impresionarnos, nos tomaron los datos por si hacíamos
travesuras en las instalaciones de la universidad. Lo
peor no fue tener que lidiar con ellos, sino preocupar sobre nuestro bienestar
a terceras personas que se han hecho cargo de una responsabilidad impuesta.
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Equipo completo |
Además, la sensación
general del grupo tras los incidentes es que el único sitio donde no se
requieren permisos para rodar es en tu propia casa. Y
esto nos parece una barbaridad, no sólo porque hay multitud de espacios
públicos que deberían estar para el disfrute de todas las personas sin
solicitar un permiso previo (y más cuando se utilizan con una finalidad educativa), sino
porque un campus universitario debería ser un lugar donde se comparten
experiencias y se aprende, tanto dentro como fuera de las aulas, en días
laborables y festivos. De momento, no es así.
"Siempre que
llueve, escampa"
Filmattack
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