Coger una cámara y pensar
en todo lo que hay que hacer antes de grabar. Es como un agujero negro para
quienes no están acostumbrados a ello: saben que está ahí, que es importante,
pero no creen que sirva para mucho.
Algunos equipararán su experiencia con la fotografía a una
videocámara: “¿Dónde está la preparación y su dificultad si para sacar una foto basta con encender la cámara y disparar?”, a
lo que es obligado responder: “Así salen las fotos como salen y no se
aprovechan las posibilidades del aparato”.
Por eso, basta con ponerse en serio a toquetear los botones y
analizar las opciones que plantea su uso para volverse loco y querer estrellar el cacharro contra
el suelo. E incluso si entiendes del asunto, resoplas pensando en lo
difícil que es decidir el encuadre, la iluminación y hasta el look que queremos aportar a una sola toma.
Ahora bien, ¿qué ocurre si todo lo anterior lo realizas con un
equipo mejorable o, incluso, defectuoso? Que, además de arrancarte todos los
pelos intentando que las cosas funcionen, acabas aprendiendo a base de ostias.
Eso sí: Es un aprendizaje lleno de baches y frustración, aunque se te queda
grabado para los restos.
Ésa ha sido, a grandes rasgos, nuestra primera experiencia con el
material de la Universidad del País Vasco (que simplificaremos en ‘UPV-EHU’): “Cuando
se tiene un buen equipo técnico y humano, los problemas desaparecen”. Por
si acaso, ya tenemos apuntados los trípodes que NO volveremos a utilizar. NUNCA.
Cámara Panasonic P2, que es la que utilizamos mayoritariamente en nuestros proyectos
Por muy desesperante que pueda parecer probar todas las opciones de la videocámara (sobre todo si tenemos unas
ganas locas de rodar una película), no hay color entre saber todo lo que puedes
hacer y lo que no. Dicen que la ignorancia da la felicidad, pero la tristeza
puede ser infinita si alguien contempla tu proyecto y te empieza a dar consejos
sobre cómo mejorarlo. Consejos que habían estado al alcance de tu mano desde el principio y que, simplemente,
no te dio la gana de averiguar.
Por ejemplo, en Filmattack hemos podido comprobar la diferencia
abismal existente en el uso de las distintas configuraciones de frame rate que nos ofrece la cámara y, gracias a
ello, hemos pensado en cómo añadir agilidad o lentitud a algunas escenas del
primer cortometraje que ya estamos preparando.
Algo parecido nos ha ocurrido con los looks que nos ofrece la cámara P2 de
Panasonic: hemos descartado para nuestro trabajo los menos adecuados y, además,
hemos comprendido que no siempre el scene file por defecto (el F1) es el que da
sensación de mayor naturalidad (a pesar de que el pasillo blanco-hospital donde
hemos grabado era lo más antinatural del mundo). De hecho, el F2 es más luminoso, lo que
hace resaltar los colores claros. Por el contrario, los scene files 5 y 6 se
caracterizan por ser muy adecuados en las pelis de terror o de suspense,
básicamente porque te va a resultar complicado distinguir las formas entre
tanta oscuridad.
Además, mientras hacíamos las pruebas de looks se nos movió el
diafragma (que es una forma sutil de decir que alguna mano inocente tocó donde
no tenía que tocar) y pudimos comprobar cómo un mismo scene file podía
convertirse en casi cualquier otro simplemente abriendo o cerrando el diafragma,
sin necesidad de cambiarlo mediante la rueda de looks que incorpora la cámara
con la que hemos trabajado. Sin duda, un error muy satisfactorio.
Tarjeta de memoria Panasonic P2 de 32 GB
Por último, ahí va un ejemplo de lo que podemos descubrir si
mareamos el menú de la videocámara: La P2 de Panasonic no permite configurar el shutter a 1/12 en modo Video Cam. Sin embargo, sí
podemos grabar con esa configuración si nos hallamos en Film Cam. Esto es algo que no
se tiene en cuenta a simple vista y que, a veces, descubres por casualidad.
A grandes rasgos, en Filmattack tenemos la sensación de que en
media hora (que es el tiempo real de grabación que nos quedó después de estar
una hora intentando solucionar problemas con las baterías, los trípodes y el
balance de blancos) le hemos dado un buen repaso a la cámara y, sobre todo, que
hemos puesto en práctica todo aquello que tenemos recopilados en cientos de
apuntes de dudosa utilidad.
“Los peores errores en la vida son los que no cometemos”
Filmattack